Las injusticias existen. De todo tipo.
A nadie le gustan las injusticias. Nos dejan una sensación de
ahogo, de impotencia, de…injusticia, de dolor, de pena, de llanto, y a veces,
menos, de rabia.
Es como si el pecho nos fuera a reventar. Como si tuviéramos
una olla a presión que no queremos mirar ni tocar por si explota y no podemos
parar de llorar.
Las injusticias matan, por dentro y por fuera. Las
injusticias no son justas, son crueles, son inhumanas, son feas, son dolor.
A veces, cuando sufrimos injusticias sentimos tanto dolor que
pensamos que vamos a explotar, que estamos vacíos, que nos han robado el alma.
Y surge la pregunta ¿por qué?
Nunca hay una buena respuesta al porqué. Las injusticias
existen porque hay gente injusta. Porque la gente se deja comprar. Porque la
gente no es capaz de ver el dolor que pueden producir. Porque a muchas personas
les da igual hacer daño a otros.
Lo vemos todos los días en la tele (por eso procuro no ver la
tele, al menos las noticias). Lo vemos en nuestras familias, en nuestros
amigos, en nosotros cuando somos objeto de injusticias.
Todos hemos sido objeto de injusticias. Todos hemos sufrido
el dolor de ser ninguneados, o pisados, o heridos por alguien. Sin razón,
porque no hay razón para las injusticias. No creo en el karma así que no acepto
que la gente diga que quien sufre es porque está pagando o purgando algo de
otra vida ahora.
Todos hemos sufrido dolor. Todos hemos pasado por el dolor.
Pero, cuando hay otra nueva injusticia el dolor es fresco, nuevo, muy intenso,
a veces mucho más intenso que antes. A veces la injusticia es mucho más cruel
que antes y golpea inmisericorde a algunas personas, sin que hayan hecho nada
para merecerlos.
Donde hay una injusticia hay un perpetrador, o perpetradores.
A los perpetradores no les importa el dolor de otros. No les afecta. No les
interesa. Así que las víctimas de los perpetradores no tienen más remedio que
llevar como pueden el dolor. Intentar no culparse, porque lo irónico es que las
víctimas de las injusticias, o de los perpetradores, que tanto da, se sienten
responsables. ¿Sabías que las víctimas de abusos sexuales se suelen sentir
culpables? Hasta los niños.
Tiene que ver con esta sociedad cruel que dice a los que
sufren que si les ha pasado algo habrán hecho. Esta frase se decía hace unos
años de las mujeres maltratadas, afortunadamente ha cambiado porque está mal
visto.
La razón por la que muchos dicen esa frase es porque no
quieren creer que a ellos les va a tocar la injusticia de cerca. Prefieren
engañarse pensando que si ellos no hacen nada para “merecerlo” no les pasará
nada. Y siguen sin hacer nada.
Y siguen permitiendo las injusticias. Y siguen mirando para
otro lado o perpetuando adrede las injusticias en forma de perpetradores.
Pero las injusticias también alcanzan a los perpetradores.
¿Justicia divina? Puede ser, pero detrás de cada persona que hace daño siempre
he visto daño al que lo perpetra. De distintas formas, de distintos modos.
Así que si sufres o has sufrido una injusticia, aunque duela,
que duele, deja que el Universo haga justicia por ti, si tú no puedes hacerla
por ti mismo. A veces tarda. Mucho. Pero suele acabar llegando. Y mientras
tanto pudes soltarle el dolor al Universo también, para que se encargue de él.
Para que lo mitigue, para que alivie, aunque sea sólo un poco la noche oscura
del alma que todos hemos sentido alguna vez.
Sé que te parece que el dolor es lo único que existe. Sé que
crees que debería ser posible otra cosa. Sé que te preguntas por qué tú. Sé que
quieres respuestas. Sé que quieres una solución a tu injusticia. No la tengo. Sé
que ahora a lo mejor ni siquiera tienes fuerzas para seguir, y quieres rendirte.
Sé que piensas que no puedes soportar tanto dolor.
Sé que a lo mejor te duele el corazón, y tienes razón. El
dolor emocional es tan fuerte cómo el físico, por eso los analgésicos a veces
alivian (sólo durante un par de horas) el dolor emocional. Pero después vuelve.
Así que tarde o temprano tendrás que enfrentarte al hecho de hacer algo. Aunque
no te apetezca. Aunque no quieras. Aunque no puedas.
Sé que el consuelo no te sirve de nada. No voy a decirte que
el tiempo lo cura todo porque es falso, y tú lo sabes. El tiempo hace que se
acumulen memorias encima, pero no cura nada. Enquista.
Pero si a pesar de que quieres rendirte te dejar ir por ese
deseo te sentirás aún peor. Recuerda otras veces.
Así que date un tiempo para llorar. Y un tiempo para sanar.
El dolor va a seguir estando. No sé durante cuánto tiempo. No sé cómo va a
cambiar, y si lo hará, la intensidad.
Solo quiero decirte que vales más de lo que crees aunque
otros te hayan dicho lo contrario. Solo quiero que sepas que sí, que hay
injusticias, que hay perpetradores. Negarlo sólo conduce a más dolor. Dolor de
verdad, verdadero, real, físico y desgarrador.
Y tu dolor es real. No permitas que nadie te diga que no lo
es. Eso te hace más daño. A veces sólo podemos hacer lo que podemos hacer, con
las herramientas que tenemos. Si no tenemos herramientas…pues puede que no
podamos hacer nada. Lamentarse no sirve de nada.
Pero el dolor tampoco sirve de nada. No creas si te dicen,
con esa nueva corriente que hay ahora de flipados, que el dolor te hace crecer.
El dolor duele. Y el dolor no es bueno para nadie. Si te parece que el dolor es
bueno eso tiene un nombre: masoquismo. Y afortunadamente la mayoría del género
humano no lo padece.
Tienes que buscar cómo salir de donde estás. Tienes que
buscar cómo salir del dolor. No sé si podrás, pero, al menos que nadie diga que
te rendiste o no lo intentaste. Ya sé que lo has intentado y que puede que no
haya dado resultado, pero intentarlo, aunque sea sólo un poco te deja en un
lugar distinto al del principio.
Alguien muy sabio, Laura, si lees esto sabes que hablo de ti,
me dijo una vez que “no hay peor lucha que la que no se hace”, y tiene razón.
Porque cuando no luchas has perdido antes de empezar, y a nadie le gusta
perder, ni siquiera a ti en este momento de dolor.
Para los que sufrís. Mi ánimo y mi apoyo. Y si no tienes a
nadie, al menos date a ti mismo la compasión que mereces, la que darías a
cualquier persona que sufre sin merecerlo, porque a lo mejor tú la mereces
mucho más. La autocompasión no es decir pobrecito yo. Es reconocer que estamos
en un momento malo, bajo, triste, doloroso, y que estamos haciendo todo lo que
podemos, aunque sólo sea eso, reconocerlo, lo único que tenemos fuerzas para
hacer.
No olvide que hay gente a la que no le importa ni tu dolor ni causarlo, son depredadores, e igual que no esperarías compasión de un tigre a una gacela, no la debes esperar de ellos hacia tí. Es tu deber alejarte de esas personas. Muchas veces es la única defensa que tenemos contra ellas.
Para los perpetradores: como dice el dicho “a todo cerdo le
llega su San Martín” y que en vuestras manos queden las consecuencias de
vuestros actos.
Felicidades por esta publicación Ana!! Me ha encantado como lo describes, porque sólo encontré verdades. Gracias! Siempre ayudando a los demás! Un abrazo!!
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