El sentimiento de culpa es esa
desagradable sensación que sentimos cuando creemos que hemos hecho algo mal,
pero y si te dijera que deberías sentirte bien por sentirte culpable, ¿acaso
hay un lado positivo en la culpa? Pues lo hay.
EL SENTIMIENTO DE CULPA
¿Alguna vez has hecho un
comentario totalmente inocente, sin ninguna crítica en él y has visto como
alguien se pone incómodo, o le cambia la cara? ¿Alguna vez has herido a alguien
con tus palabras sin haber tenido la más mínima intención? ¿Alguna vez has
dicho algo que le ha resultado doloroso u ofensivo a la otra persona sin que
esa haya sido tu intención?
O puede que hayas hecho algo que
salió mal y te sientas responsable aunque el único perjudicado seas tú, o
simplemente no han salido las cosas como querías y empiezas a fustigarte con el
látigo de la culpa de forma inmisericorde.
Seguro que te has visto alguna
vez en tu vida en alguna de esas situaciones en las que haces algo que no es
recibido por la otra persona de la manera que esperas, muchas veces porque la
información que tienes de esa persona no es suficiente o porque esa persona es
muy sensible, o porque la otra persona ha malinterpretado lo que le has dicho,
y la sensación de culpabilidad que se queda no es agradable.
Hay veces que si hay más personas
delante no hay forma de explicar lo que hemos querido decir sin hacer que las
cosas se vuelvan aún más difíciles de explicar.
A lo mejor trabajas en RRHH y has
tenido que despedir por orden de arriba a alguien, y tú no lo habrías hecho si
hubieras tenido ocasión.
CULPABILIDAD O NO CULPABILIDAD: ESA ES LA CUESTIÓN
Hace unos días, viendo un
capítulo de la primera temporada de la serie House of Cards una de las
protagonistas le dice a su jefa de RRHH que tiene que despedir a la mitad de la
plantilla. La directora del departamento intenta por todos los medios que su
jefa, quien quiere los despidos, cambie de opinión.
Le argumenta que son personas que
llevan muchos años trabajando con ellos. Le dice que gracias a esas personas,
la organización ha crecido hasta lo que es, que son parte de la empresa. Su
interlocutora no tiene el más mínimo interés por oír todos los razonables
argumentos que le están dando. Al final zanja la conversación diciendo que ha
tomado la decisión y que quiere que lo haga el viernes de esa misma semana.
A la jefa de nuestra amiga, la
directora de RRHH no se le mueve ni un pelo ni un músculo mientras lo dice.
Pareciera que no está siquiera hablando de personas, personas a las que conoce
personalmente al ser una organización pequeña, una ONG por cierto.
El contraste con la directora de
RRHH es obvio: está incómoda, se siente mal por las personas a las que va a
tener que despedir y está pasando un mal rato mientras intenta encontrar más
argumentos para sostener su opinión aunque su jefa no quiere oírlas.
Entonces argumenta que sin la
mitad de la plantilla no van a poder hacer bien el trabajo, y la contestación
que recibe es lapidaria: “no te preocupes, contrataremos a otros”. Claramente
se ve la confusión de esta pobre mujer que no entiende nada.
Y llega el viernes. Su cara es un
poema después de haber despedido a la mitad de la plantilla. Entonces entra su
jefa, a la que le comenta lo incómoda que está y lo mal que lo ha pasado cuando
algunas personas lloraron.
A su jefa el comentario le
produce el mismo efecto que si le hubieran dicho que la temperatura exterior ha
subido medio grado desde ayer. Ni se inmuta. A continuación, con la misma
frialdad le dice que quiere que recoja sus cosas ella también, está despedida.
La reacción de la pobre mujer es
totalmente lógica, con absoluta incredulidad le dice que cómo la despide ahora,
después de haber despedido toda esa
gente, con lo mal que lo ha pasado. No quiere a nadie que cuestione sus
decisiones.
Creo que esta situación, que se
repite todos los días en muchas empresas en el mundo, con más o menos puntos de
coincidencia explica claramente la diferencia entre alguien que se siente mal,
culpable porque sabe que, aunque sea involuntariamente, ha hecho daño a otras
personas, y a pesar de que no tenía opción, y la jefa la de los pelos inmóviles
y cara inexpresiva a la que no le interesan lo más mínimo los efectos de su
decisión. La jefa inmóvil no siente culpa, ni nada remotamente cercano.
Por eso he decidido titular esta
entrada de esta manera, porque si te sientes culpable significa que sientes
culpa, y eso, aunque desagradable, es bueno.
QUÉ ES LA CULPA
Podemos definir la culpa como una sensación desagradable en la que
lamentamos y nos sentimos responsables por nuestras acciones.
La culpa no te deja librarte de
ella, te está recordando todo el tiempo
lo que hiciste. Incluso cuando te lo estás pasando bien de repente aparece
el Pepito Grillo diciendo: ¿te acuerdas de lo que hiciste el 7 de junio de 2003
a las 3 de la tarde? Pues si lo habías olvidado aquí estoy yo para recordártelo…
De especial importancia es que “nos sentimos responsables” lo que no
significa que por sentirnos culpables seamos responsables.
En la situación de la que hablaba
antes, en la serie House of Cards donde creo que hay más psicópatas por metro
cuadrado que en una cárcel de alta seguridad, está la persona responsable, que
no siente ninguna sensación desagradable de ningún tipo, ni siente ninguna
responsabilidad, y desde luego no lamenta en absoluto sus propias acciones
(despedir a gente), con la persona que no es responsable, es decir, no tomó la
decisión, si tuviera opción no lo haría, pero sí se siente mal y se siente responsable.
LAS BUENAS NOTICIAS: SENTIR CULPA ES POSITIVO (AUNQUE NO AGRADABLE)
En resumen, básicamente y como no
sentir culpa es una de las características de las personas que tienen una
conducta antisocial y también de los psicópatas, que sientas culpa son buenas,
que digo buenas, buenísimas noticias: no
eres psicópata.
No voy a entrar aquí en la
diferencia que establecen algunos estudios sobre la conducta antisocial y la
psicopatía, sobre todo porque a efectos prácticos seguro que te da lo mismo que tu jefe tenga una conducta antisocial o sea un
psicópata, seguirá siendo un dolor de cabeza para ti y para todo el que trabaje
con él.
Aquí digo él porque como sabéis,
mis estimados e ilustrados lectores, el género neutro, que engloba al masculino
y al femenino se expresa con el género masculino, cuestión de economía, y
también porque el porcentaje de
psicópatas y personas con conducta antisocial es mucho mayor, varias veces en
el género masculino…
CÓMO LIBERARSE DE LA CULPA. LA
DESCARGA CULPABLE.
Y vamos al grano.
Qué hacer si sientes culpa por algo de lo que no eres responsable o sí lo eres.
Paso
1. Primero calma tu conciencia intentando reparar el daño, ya lo sé,
eso lo has intentado ya, o bien es inviable, por lo que pasamos al paso 2.
Paso
2. Busca alguna actividad que te relaje mucho, esto es fundamental.
Puede ser ponerte bajo el sol, darte un baño de agua caliente que relaje de
paso tus músculos, tomarte una tila o poner música clásica (relajante que
conste, no vayas a poner a Wagner que te me subes por las paredes). Una vez
estés relajado, mejor si casi adormilado pasas al paso 3, pero es importante
que no te saltes este paso, porque si no puedes obtener el efecto contrario al
que buscas.
Paso
3. Coje papel y lápiz. ¿Por qué no te digo que lo hagas en tu mente?
Pues porque el hecho de usar el papel y el lápiz activan el hemisferio derecho
del cerebro, el intuitivo, el que está relacionado con la creatividad, con lo
que puedes hacer este ejercicio de forma más eficiente usando la parte adecuada
del cerebro. Por otro lado también activarás tu corteza prefrontal, la parte
lógica del cerebro para que las emociones no se desborden.
Paso
3. Describe con pelos y señales lo que has hecho. Puedes usar
dibujitos, líneas, lo que quieras en lugar de describirlo con palabras. No
estás optando a un premio de Bellas Artes, sólo tiene que tener sentido para ti
y es bueno que te dejes llevar, que no analices lo que escribes. Sólo pon lo
que tú has hecho, no lo que crees que ha pasado como consecuencia de lo que has
hecho, y por favor, ahórrate el esfuerzo de telepatía de intentar adivinar lo
que pensó la otra persona, ahora no nos interesa.
Paso
4. Ahora dibuja o escribe qué has hecho para enmendar la situación
si es que has podido hacer algo. Si no escribe o dibuja por qué no es posible
hacer nada.
Paso
5. Relee lo que has escrito o repasa lo que has dibujado buscando alguna clave
que se te haya escapado y que te pueda ayudar a resolver la situación. Sé
receptivo a lo primero que te venga a la mente y escríbelo aunque te parezca
una tontería, ten en cuenta que a lo mejor ahí se encuentra la semilla de la
solución. ¿Sabes cómo Newton descubrió la Ley de la Gravedad? ¿Crees que si
alguien le hubiera dicho antes de que pasara que un día echándose una
siestecita la solución se le iba a caer en la cabeza se lo habría creído?
Paso
6. Ahora conecta con la emoción de la culpa y simplemente dibuja en el papel
esa emoción, con todo lujo de detalles, mientras te das permiso para
sentirla. Sólo dibuja lo que te inspire esa emoción, me da igual que sean una
línea de puntitos o una serie de rayones como los que dibujan los niños. Es
desagradable, pero lo que resistes persiste. Así que ¿podrías simplemente
permitirte sentirla? ¿Permitir que toda la energía que hay dentro de esa
emoción salga y se libere?
Repite el paso seis hasta que la
sensación de culpabilidad haya desaparecido.
La culpa es una tirana que sigue
apretando hasta que te deshaces de ella.
Feliz día sin culpa.
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