miércoles, 12 de octubre de 2016

LA MIERDA MORAL



Espero que te haya sorprendido el título de esta entrada, esa es la intención. Pero la verdad es que hay cosas que dan mucha repugnancia.


No veo casi nunca, desde hace bastantes años, las noticias, incluso escribí un artículo sobre la importancia de no ver las noticias que no se si se ve ahora, después del hackeo que volvió del revés este blog y que ha hecho que desaparezca información y aparezca lo que no lo es…


Como no veo las noticias, y mi familia en general tampoco, suelo enterarme de las polémicas sólo cuando alguien se lo cuenta a alguien que me lo cuenta a mí, y suelo enterarme en las comidas familiares.


La expresión mierda moral no es mía, es de Íker Jiménez, pero encontré que nada explicaba tan bien como esta frase lo que se está viendo, lo que está pasando ahora. Mierda moral es falta de moral, pero no una falta de moral cualquiera, es una moral de doble filo que sólo sirve para mí y mis creencias, que son perfectas, justas y buenas, las tuyas, como no son las mías y yo soy superior a ti, porque yo lo digo no valen, y por eso para alguna gente yo no valgo, y mi vida no vale, y la vida de un niño de ocho años que no piensa como esa gente tampoco vale.


Fíjate lo que he escrito, la vida de un niño de ocho años no vale.


Si me hubieran dicho esto cuando estaba, hace tiempo ya, en el instituto siendo una adolescente, habría dicho que la persona en cuestión era una enferma, o mejor, un monstruo. Ahora es igual o peor de horrible.


Y es que me he enterado, y me han enseñado en un móvil el tuit que encabeza esta entrada, que un espécimen que accidentalmente, y sólo por casualidad, pertenece a la raza humana, aunque de lejos, ha escrito sobre un niño de 8 años. Por si lees desde fuera de España, y no lo has oído, un niño de ocho años en tratamiento por un cáncer, y con la cabecita rapada, quiere ser torero, y cumpliendo un sueño fue a una corrida de toros.


A una mujer o algo parecido, que tiene cuenta en twitter le pareció oportuno compartir que un animal para ella es más importante que un niño, no sólo eso, sino que le deseó la muerte. Ahí es nada y le dijo que se iba a morir. Creo que pocas veces he visto una bajeza moral tan grande, y créeme que he visto cosas tremendas.


Por supuesto, la citada valiente, se vale del anonimato para exponer sus ideas criminales, y claro, cuando cientos de personas de verdad, no sólo de boquilla, empezaron a contestarle la burrada eliminó su perfil de twitter, no sea que la policía la pille.


Me imagino cómo se deben de sentir los padres de ese niño que está luchando contra el cáncer y que tienen ya lo suyo cada día, en unos momentos tan duros. Supongo que estarán intentando ocultar a su hijo las barbaridades que ciertos animales escriben de él. Y espero que ellos tampoco estén viendo esas noticias ni que lean esto. Pero si lo leen quiero que sepan que somos muchos más los que les apoyamos, lo que creemos que los nazis que hacen esos comentarios deben sufrir todo el peso de la ley y los que lo sentimos de verdad y hemos sufrido un poco en nosotros esos comentarios, que aunque no igual, también nos han dolido.
El comentario, que puedes leer más abajo, es preocupante.


Pero no es el único caso preocupante que ha aparecido últimamente.


También esta semana se ha sabido del caso de una niña de 8 años a la que 12 niños de 14 años torturaron físicamente, con patadas y golpes. ¿Conoces a algún niño de ocho años? Pues imagina su pequeño cuerpo en el suelo, siendo inmovilizado hasta el punto de originarle una fisura en las costillas mientras una panda de animales le dan patadas y se le provoca un desprendimiento de hígado.


Imagino la furia y el dolor de la madre que se va inmediatamente al centro escolar a pedir explicaciones y se le trata como a una delincuente. Cómo cuando la niña cuenta lo que le ha pasado, una niña pequeña de 8 años que ha sido apaleada por 12 especímenes de la raza humana le dicen que vaya ¡SOLA! de clase en clase buscando a los agresores. ¿Imagináis el miedo que pasaría mientras lo hacía?


La niña tuvo que ir al hospital con desprendimiento de hígado y moratones en todo el cuerpo, aunque las heridas psicológicas serán las peores, porque las pesadillas de quienes han sufrido maltrato, los sustos, el miedo, no aparece en las radiografías, ni desaparece como los moratones


Y después resulta que los agresores siguen yendo al colegio, como si no hubiera pasado nada, y para que puedan ver que bueno, tampoco va a cambiar su vida nada por una travesura. Los padres de los demás niños, en buena lógica, han decidido no dejar que sus hijos corran el mismo peligro y por eso se han negado a que acudan a clase.


Las autoridades educativas han hecho lo que hacen casi siempre: NADA.


Decir que se está haciendo una investigación. Siempre están investigando, ¿qué pasaría si se les quitara el sueldo mientras investigan porque no han hecho nada? Sería un trato paralelo al que le dan a la niña, sin creer su palabra hasta que la “investigación” se haya realizado. Teniendo en cuenta que suelen ocultar estos casos porque tienen mala prensa ¿por qué debería creerles si no tienen ningún crédito?


Menos mal que está la justicia para arreglar tanta injusticia, aunque los jueces a veces tengan las manos atadas y bien atadas por leyes injustas sólo para los de siempre, y aunque quieran no puedan hacer más que lo que la ley les permite, que a veces es muy poco.


Y qué decir de los que jalean y corean a los acosadores cuando no sirven de colaboradores necesarios. Bueno, no hay bullying sin silencio de algunos, no hay acoso sin la connivencia de quienes “van a lo suyo” y miran a otro lado hasta que tocan lo de ellos, claro, entonces la situación se convierte en insostenible por arte de magia.


Y mientras, como dice Íker Jiménez mejor que yo en este vídeo, periodistas, políticos, famosos, intelectuales intentan quitarle hierro al asunto, al fin y al cabo no es tan grave, no les afecta a ellos. Prefieren no recibir críticas y aparecer como personas amables a las que les da igual todo, con comentarios tibios y casi descartando el tema como niñerías.


Una amiga de mi hermana me contó cómo su hijo de 10 años le dijo que una niña del colegio era una puta. Ella paró el coche porque estaba conduciendo, y, aunque la indignación no la dejaba hablar, le dijo a su hijo que le contara qué quería decir. El niño le dijo que ella se dejaba manosear por todos y era una puta. Esta madre le dijo a su hijo con un tono de voz amenazante que era la última vez que quería oírle hablar de una mujer, y menos de una niña en esos términos, y que como volviera hacerlo iban a haber terribles consecuencias para él.


Si esta madre le hubiera reído la “gracia” a este niño ¿cuál habría sido el siguiente paso? Yo, mientras, pienso en esa niña que a lo mejor para conseguir afecto aceptaba, o no denunciaba, esas conductas.


¿Qué nos está pasando? ¿Cómo podemos permitir la violencia por un lado e indignarnos porque sancionan a un equipo de fútbol como si la vida de una persona dependiera de ello? ¿Cómo se puede permitir que psicópatas que ya empiezan a mostrar los colmillos desde pequeños (todos los psicópatas muestran conductas crueles y vejatorias desde pequeños, ¿recuerdas el caso de Sandra Palo?) se vayan de rositas con un “y no lo vuelvas a hacer más”?


¿Y los adultos? ¿Qué pasa con quienes son laxos con la conducta de los violentos y sin embargo cuando a ellos les ponen una multa se indignan? ¿Dónde está la empatía? ¿Y los que miran a otro lado cuando ven casos flagrantes porque sus ideas valen más o se sienten con la autoridad moral de defender este tipo de cosas?


La presidenta del partido animalista, desde luego el partido en el que debe estar, el de los animales, se queja de la que se arma con un tuit cuando a ellos les insultan todos los días, dice. Pero tú no tienes ocho años, impresentable. Y además no tienes cáncer, impresentable. El término persona o ser humano te viene muy grande.



Y además tú sí insultas a la gente que no piensa como tú, y conste que no estoy ni a favor ni en contra de los toros porque me dan igual, y nunca he ido a una corrida de toros. Y si quitaran los toros para mí no significaría nada.


Suscribo palabra por palabra lo que dice Íker Jiménez en este vídeo. Ver vídeos como el suyo y a gente denunciando abusos así, me reconcilia con la raza humana cuando a veces pierdes la fe en ella por culpa de unos cuantos. Ya está bien de justificar la violencia, venga de las ideas políticas, de las edades, del lado que sea. Me da igual, porque ninguna vida está, o debería estar, porque para muchas personas sí lo está, por encima de las ideas políticas. La vida de las personas lo primero, la de un niño de 8 años o la niña agredida de 8 años más aún. 


Se oculta información de manera sistemática sobre cosas que alguna gente piensa que no son convenientes, por ejemplo, las violaciones en diversos puntos de Europa en Navidades por parte de hombres musulmanes. Sólo se ocultan porque son musulmanes los que lo han hecho y no se pueden decir esas cosas porque si lo haces alguien te puede decir xenófobo. Pero imaginás  ¿la que se habría armado si hubieran sido, no sé protestantes o católicos o ateos?  Y estaría bien que se hubiera armado en ese caso, por supuesto.


Así se corre un estúpido velo sobre la realidad y nos dan información “importante” como quién sale de Gran Hermano, o qué pasa con el fútbol, cosas trascendentes, vamos. Vergonzoso y muy poco profesional. Y si no, se dice que la justicia está mediatizada porque te han pillado con el carrito de los helados llevándote dinero y te están haciendo un juicio.


El papel de los medios de comunicación en este lavado de cerebro contínuo es principal para llevar a cabo la idiotización colectiva y elevar la mierda moral a la categoría de normalidad.


¿Con este tipo de mentalidad adónde crees que vamos a ir a parar? No veo a los animales que han apoyado los comentarios diciéndole a un niño de 8 años que se va a morir cediendo el paso en un paso de cebra, o cediendo el turno en un supermercado o ayudando a una anciana a cruzar la calle. Pero seguro que quieren que otros sí lo hagan con ellos.


Tremendo. Te dejo la excelente reflexión de Íker Jiménez. 







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