miércoles, 22 de agosto de 2012

Libro recomendado: Linchpin ¿Eres imprescindible? Por Seth Godin


Seth Godin es un conocido gurú americano del mundo de los negocios que escribe sobre ellos y sobre nuevas formas de dirigir las empresas. En este interesante libro cuya finalidad es retar al lector a salir de su zona de confort y hacer que haga con su vida algo que realmente tenga sentido para él, utilizando el trabajo para ello, presenta sugestivas y útiles ideas acerca de cómo conseguirlo.

Nos propone un sistema económico, una forma de hacer negocios, más justa, en el que todos ganen, y que al mismo tiempo satisfaga a todos los que lo componen, no sólo a los más ricos.

“La esencia de la producción en masa es que cada parte es intercambiable. Tiempo, espacio, personas, movimiento y material- cada una se ha hecho más eficiente porque cada pieza era predecible y estaba separada”

“Lo que sigue, entonces, es que cuando eliminas al trabajador habilidoso, al artesano que hace las cosas a medida, estás ahorrando dinero en salarios y construyendo una empresa que es fácil conseguir que sea más grande. En otras palabras: primero tienes partes intercambiables, luego tienes trabajadores intercambiables. El objetivo era conseguir trabajadores con la menor cualificación posible, con el salario más bajo posible. Y este es el mercado de trabajo para el que hemos sido entrenados”

Seth plantea que todos a continuación nos hicimos trabajadores de fábricas, hasta que el modelo quebró. El modelo económico que funcionaba desde principios del siglo 20 ya no es eficiente ni operativo, hemos evolucionado.

“¿Qué es lo que queda para que nosotros podamos trabajar? El arte. Ahora éxito significa arte”

“Los linchpin (los Imprescindibles) son esenciales para las organizaciones del mañana. No proveen de capital o de caras maquinarias, pero tampoco siguen ciegamente las instrucciones. Son indispensables”

Producir, conformarnos y consumir son los tres pilares en los que se ha basado nuestra existencia y economía. Pero esos tres pilares han cambiado: “¿qué pasaría si al mundo le importaran más las voces únicas y la comprensión, que el trabajo con baja remuneración en una línea de montaje?”

Este libro trata de hacer que seamos como realmente somos, que saquemos todas las cualidades que tenemos dentro pero que han sido ignoradas y reprimidas por un sistema que sólo valora a los que se conforman y hacen “lo que el jefe dice”. 

Nos reta a ser indispensables en nuestro lugar de trabajo, independientemente del lugar en el que trabajemos y del aprecio que nuestro jefe muestre por nuestro esfuerzo en conseguir un trabajo de mayor calidad y mejor o por los resultados que consigamos. Lo hacen sólo por el placer de hacerlo bien, de sentirse bien y de hacer que otros se sientan bien, y eso les hace felices.

Cuando empecé a fijarme en los Imprescindibles empecé a encontrar bastantes a mi alrededor.

El que más me llamó la atención lo encontré en el Aeropuerto de Madrid.

Llegué de un vuelo y cogí un carrito para las maletas. Al caminar con él me dí cuenta de que se trababa y no funcionaba bien. En ese momento llegaron dos personas pertenecientes al personal del Aeropuerto, y se fijaron en los carros. Mientras volvía al sitio en el que se encontraban todos los carros me fijé como una de estas personas (de baja estatura, con bigote y barba oscuros y unos treinta y largos o quizá cuarenta años) colocaba los carros (que para mí ya estaban colocados) y se retiraba un poco para comprobar que estaban alineados, mientras llegaban más pasajeros que se acercaban a coger carros.

La otra persona le observaba desde la distancia, sin hacer nada, sólo miraba como él trabajaba. Fui a poner el carro donde estaban todos los demás, y el señor me miró y me preguntó si el carro estaba mal. Le contesté que sí, y entonces, ante mi estupor, cogió el carro lo puso boca abajo y dijo “vamos a ver qué es lo que pasa”, y lo estuvo manipulando un poco, mientras yo le observaba y contestaba a sus comentarios sobre cuál podía ser el problema.

Parecía que los carros eran suyos, y parecía también que se tomaba muy en serio a las personas, e incluso soltó otro carro y nos dijo que ese estaba bien y me lo dio. No creo que le pagaran más que a la persona que observaba como él trabajaba. Pero se le veía implicado, ajeno al hecho de que, por ejemplo, a su compañero no le importara el resultado de su trabajo.

Este señor me dio una lección: en cualquier sitio hay Imprescindibles, y desde luego si tuviera una empresa a este señor lo contrataba, porque es un “resuelveproblemas” nato. Sólo me quedó la pena no haber apuntado su nombre para escribirle a Aena una carta de felicitación a esta persona. Pero si vas por el Aeropuerto de Madrid y lo ves felicítale por su trabajo. Se lo merece y mucho.

¿A cuántos Imprescindibles te has encontrado por ahí?¿Qué puedes hacer ahora para ser Imprescindible?¿Prefieres buscar y encontrarle un sentido a tu trabajo o estás esperando a que otros lo hagan por ti? Espero vuestras opiniones, y sobre todo vuestras historias sobre los Imprescindibles que hayáis encontrado. Y recuerda, crean arte, porque son capaces de transformar algo que para muchos es aburrido, tedioso, en algo emocionante y enriquecedor, independientemente de lo que hagan.

5 comentarios :

  1. Me has conmovido, Ana, y te lo agradezco profundamente.
    Hace unas semanas reconocí a una Imprescindible, una chica que atendía el puesto de venta de merchandising de un musical en Madrid. Llevaba el pelo recogido en una coleta, castaño oscuro y una sonrisa encantadora. Yo no compré nada pero me encantó cómo atendió a una amiga mía, su cercanía, su dedicación -el sitio estaba lleno de gente y por ella no corría la prisa, en cada momento estaba con quien atendía y con una eficiencia magnífica- Me quedé con las ganas de decírselo, no sé por qué pero me dió vergüenza, no quise incomodarla. Hasta a mí me sorprende ¡¿incomodarla?!
    Suelo agradecer a la gente que pongan el corazón en lo que hacen, me encanta verlo y reconocerlo, pero ese día me lo callé.

    Gracias por ayudarme a poner las cosas en su sitio, Ana. Gracias por este blog, por escribirlo desde las consciencia, la coherencia, el respeto, el valor...

    Gracias

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  2. Hola Carolina, tú me has conmovido a mí con lo que cuentas. ¿A que te hace sentir muy bien sólo el mero hecho de acordarte de esa chica? Y eso que no a tí no te dió ningún servicio.

    Me encantaría que todos comentáramos los casos parecidos que conocemos, es una maravillosa forma de sentirnos bien.

    Entiendo tu reparo a decirle algo, estamos tan poco acostumbrados a decirle a la gente que lo ha hecho bien que nos sentimos incómodos. A mí también me ha pasado, pero después pienso que a todo el mundo le gusta saber cuando hace bien su trabajo y sobre todo cuando alguien se sale de la media y lo hace muy bien.

    Te invito a que si te acuerdas de más casos los compartas aquí.

    Muchas gracias por compartir una experiencia que nos enriquece a todos.

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  3. Hola Ana.

    He visto este cortometraje y quiero compartirlo contigo y con todas las personas que leen este blog. Es una maravilla, se llama 'El hombre que plantaba árboles'; imprescindible ;-)
    Está en YouTube (http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=fkmLrNmhLeU)

    Voy a apuntarme al curso porque es justo lo que estaba buscando, lo que esperaba encontrar. Te mandaré un correo aunque cuenta conmigo y con una amiga.

    Gracias por ti y hasta pronto.

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    1. Hola Carolina:

      Te contesté en su día por correo, pero he visto que no lo hice aquí.

      Gracias por el regalo, sí, es una maravilla de vídeo. Y lo recomiendo encarecidamente.

      Hablamos,

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  4. Buscaba una señora para echarme una mano en casa una vez a la semana, hable con muchas personas, una española me dijo "por menos de 14 euros la hora, me quedo en casa". Una chilena me dijo que si, las pocas veces que vino me quebró unas cuantas cosas, porque hacia todo con ansiedad para ganar tempo, una día hablando con una señora en el parque, comente que necesitaba alguien, ella me dijo: voy yo. Concordé. Cuando fue pagarle, le pregunte cuanto era, ella me dijo, me de lo que cres que valgo, le pague 8 euros la hora, era el máximo que podía pagar, pero no tendría problema en pagarle los 14 euros que me pidió la española. Si tuviera una empresa la contrataría porque siempre estaba disponible para lo que fuera....

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